11 abr 2010

Más del país del chontaduro, mango biche y borojó...



Eran los últimos días, de mi acostumbrada visita a este maravillso país. Tenía infinidad de cosas que hacer, ya saben, los encargos ajenos, los propios, café, dulces, salsas y otras delicias más. Pido un taxi, al cual espero, siempre sentada en una banca frente al río; ver el paisaje, su color, oir el fluir de sus aguas, el olor de la vegetación que lo rodea; me lleva a recuerdos de mi infancia, la casa de mis padres, los paseos con mi abuela, las salidas con mis compañeros de clase. Pasan menos de 8 minutos y llega, siempre miro la cara del chofer antes de subirme, a ver que impacto me ocasiona.
--Nada en particular, me dije, un poco flaco.
Me acomodé, le dí la clave de siempre, y antes de decirle a donde me quería dirigir, se volteó, suspiró, y me dijo:
-Sra., con su permiso, pero huele ud. riquísimo.
Como así, pensé! Quedé en estado de mudez total. Como me podía decir algo así el taxista, ay!! no me vaya a pasar algo con este tipo!!.
-Huele a jazmines, me dijo nuevamente.
Sonreí, un poco nerviosa debo admitir, y contesté:
-Son rosas, no jazmín.
Bastante parca en mi respuesta la verdad, por que no quería que percibiera mi nerviosismo.
A lo cual el respondió:
-Nooo, a mi me huele a jazmín, por que es el típico olor que me eleva.
De repente pensé, no nos vayamos a levantar con taxi y todo, por que este señor estaba en un estado de "éxtasis odorífero", la cosa más rara que me haya sucecido.
Me preguntó, si alguna vez yo, me había acercado a las 10 de la noche junto a los jazmines, para percibir el olor de esas flores, que lo elevaban tanto, volvió a repetir.
Ay,dijo, es que es un olor..., es que yo tengo un olfato ..., le puedo detectar los perfumes de las personas que se suben a mi taxi, el aliento de esos pasajeros que hulen a... , el olor de esa carne frita que le doran cebollita por encima...
Así, pasamos 20 minutos hablando de hierbas, flores y maderas, me daba consejos de que perfumes podía yo usar, lociones masculinas, fijadores, de personas que se subían a su taxi; le recomendé que viera la película de el perfume, hasta que llegué a mi destino.
Saliendo del carro, le dije:
-Bueno, acuerdese de mí, este es el olor de rosas.
- Sra., nunca olvidaré su olor, respondió con un suspiro.

Así, llego al final de este recorrido, que me dejó una satisfacción enorme, el saber, que en los lugares menos esperados, y de las personas que jamás haya imaginado, consideren los olores como una parte importantísima de sus vidas y que, saben apreciar las diversas delicias aromáticas!!!
Hasta la próxima.

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